13.5.09

Joyas de la heroína

Antonio Vega estaba acostumbrado a perder, eso dicen quienes ahora escriben sobre él. A nosotros sin embargo, nos tenía acostumbrados a ganar. Sus canciones nos han ayudado a ganar placer, reflexión, verdad y libertad.

Por mi edad, me perdí la "nueva ola madrileña" de la que surgió, asi que le vi sobre un escenario por primera vez hace poco y también por última vez hace poco. La primera vez fue en una pequeña sala de un local junto a la playa en Santander. Los comentarios tras el recital coincidían en que el maestro aún conservaba su dote artística, pero era una realidad: ya no es lo que era. Yo, como no tengo para comparar, me baso en lo que pude ver y sentir esa mágica noche: un destello de luz entre la oscuridad propiciada por el pelo sobre su cara y un rotundo vivir para tocar. Sus letras y melodías acaparaban nuestras almas hasta el punto en el que se hace comprensible el que esa frágil figura aún quisiera permanecer sobre un escenario.

Quizás su música fuera más poderosa que el. Quizás le superaba y era incapaz de enfrentarse a ella. Le podía y le ganaba siempre, como la heroína, que, unida a su extrema sensibilidad, impulsó la creación de lo que ahora conservamos como uno de los tesoros de nuestra cultura pop: canciones que escucharon mis tíos, que escucho yo y que escucharán mis hijos, sus hijos y espero que los hijos de estos, aunque sean "joyas de la heroína", pero joyas al fin y al cabo.

¡Gracias Antonio Vega!